Un análisis de Los pichiciegos de Rodolfo Fogwill
Por Maia Jovic 5to.3era. Año: 2019
La biopolítica es la normalización del cuerpo social o comunitario, se aplica mediante un régimen de control de natalidad, matrimonio, herencia, productividad, seguros, pensiones, salubridad, etc. Ayuda a este fenómeno el auge del capitalismo industrial, quien requiere de un cuerpo dócil productivo; y del liberalismo democrático político, que obliga a elegir una vida prefabricada, definiendo de qué modo vivir, qué estudiar, qué profesión ejercer, etc., siempre prevaleciendo lo más productivo al sistema y en una incesante búsqueda de la capitalización.
La definición crítica de poder indica el ejercicio del uso de la fuerza legítima. El Estado ejerce poder mediante las leyes vigentes que restringen, limitan y encasillan el accionar de los súbditos, o ciudadanos.
Esas leyes y ese Estado son beneficios de clase para el beneficio de pocos, y siempre se ejercen de arriba hacia abajo.
Según Foucault el poder es múltiple, se ejerce en todas las direcciones, es orgánico, móvil e inestable. Está en constante lucha o disputa. Se ejercen alianzas, estrategias para garantizar cierta estabilidad, pero de todos modos es cambiante e inestable.
En referencia a Los Pichiciegos de Fowgill, estas alianzas de las que habla Foucault pueden remitirnos a los intercambios que tenían los pichis con los británicos, donde los dirigentes (los Reyes) garantizaban comodidades transando con el “enemigo”; si puede considerarse a los británicos como “enemigos” cuando en verdad estos soldados no tenían patria ni coronel, al ser la mayoría dados por muertos, aparte de estar luchando a las claras con un oponente superior, ya que el gobierno de Galtieri subestimó las habilidades bélicas de Gran Bretaña, y a su vez hizo hincapié en la construcción de un discurso nacionalista, cegado por la vanidad que no dejó ver la falta de estrategias y organización de la milicia argentina; esto refleja a su vez la caída del Estado de facto que venía rigiendo a los ciudadanos durante los últimos años. Sin embargo, como es sabido, el control y la manipulación de los medios y el armado de este discurso nacionalista y triunfal durante el conflicto del ’82 obtuvo un gran aval por parte de la población.
A su vez, dentro de esta brigada escondida bajo tierra, fueron dándose claros ejemplos de biopoder, no tan distantes en comparación con los que ejercía el gobierno militar (quien decidía sobre el pronunciamiento de la vida humana de soldados y ciudadanos), esto se refleja en la decisión (aunque no muy claro ejercicio) sobre los compañeros heridos (un herido es un muerto), los compañeros que defecaban adentro de la cueva, o cerca de ella, los ‘dormidos’ quienes eran inútiles dentro de la comunidad pichi.
Puede entreverse también el biopoder del gobierno de facto en la conversación medio borracha de los pichis acerca de los muertos que dejó el gobierno de Videla, donde el puntano discute a muerte que fueron quince mil y el resto se mantiene escéptico acerca de los números, prueba de que la propaganda discursiva de los militares fue eficaz, incluso entre la parte más golpeada y desilusionada de esta guerra asimétrica.
Acerca de la cotidianeidad de los soldados, podemos marcar el tan presente cigarrillo (moneda corriente también en manicomios y cárceles, ¿coincidencia? No lo creo), las anécdotas y chistes en ronda sentados en la oscuridad pasando el Tres Plumas cual mate, charlas acerca de los deseos (descargar sexualmente, bañarse, dormir en una cama limpia y caliente); y a la vez la organización de esa pequeña sociedad apartada, la repartición de tareas, el afán del Turco por no dejar de cambiar y agrandar y trocar y transar, los mantenía entretenidos y en movimiento, como así las expediciones de García a la playa para rescatar valiosas piezas de los naufragios ingleses que la corriente traía a las costas, las expediciones a los galpones llenos de muertos pseudo fosilizados a quienes le quitaban todo aquello que podía servir, las subidas al cerro, escribir (en el caso de Quiquito) y así evitar la locura, tan común en casos de encierro y privaciones de la libertad.
El hecho de transar con los ingleses deja entrever lo absurdo de esta guerra tan desigual, donde quienes debían defender ese pedazo de tierra al no tener las necesidades cubiertas por quienes debían protegerlos, no tenían otra alternativa que venderse por provisiones, por ejemplo, delatando a sus compatriotas con las cajitas que marcaban los lugares claves.
En cuanto al reflejo de las jerarquías en este pequeño grupo, donde se refleja lo despótico de los gobernantes, como he marcado más arriba, a los heridos se los abandona porque son muertos seguros, cargas para el resto; a los inútiles se los entrega o se los deja morir de frío o se los mata, justamente por inservibles. En un momento se hace alusión a dejar de darles alcohol a los pichis (decisión de los Reyes) a raíz de diferencias ideológicas.
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